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Región de Antofagasta - Lasana
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4/11/2007 - 22:56 Horas.
erase una vez...  
RLa búsqueda de nosotros mismos. ...
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  • Este cuento nos muestra un tema universal: Es un reflejo de lo que acontece en el transcurso del proceso de terapia.

    ERASE UNA VEZ...
                    érase, y aún sigue siendo, una vez un príncipe al que se le encomendó la difícil misión de marchar hacia un país lejano en busca de la flor de la medicina. Su padre, el rey, estaba muy triste; aquella flor era la única que podría restablecerle de su enfermedad.
        Un día el príncipe, sin vacilar, partió al amanecer. Sin embargo, sintiose muy desconsolado cuando llegó a la extraña región del mundo de la materia densa. Firme en su empeño, recorrió caminos procurando sólo lo necesario. Preguntaba y preguntaba por la dirección adecuada para llegar a la flor de la salud. Mas a lo largo de su dilatada trayectoria construyó aldeas, ciudades, participó en batallas, se perdió en numerosos atajos, pues al parecer nadie sabía dónde estaba el camino que llevaba a la flor maravillosa. Por fin, dedicado a mirar en su interior, en una especie de sueño lúcido reconoció la vía, la dibujó y, mostrándola a los lugareños, recibió instrucciones sobre un atajo recóndito, intransitable, misterioso, olvidado. De nuevo se puso en camino tras las explicaciones, lo que le permitió llegar hasta la misma flor. Cuando ya la tenía a unos metros, de repente, un inmenso dragón surgió rugiendo de debajo de la tierra. Nuestro príncipe huyó despavorido y comprendió el por qué del miedo de los habitantes de aquel extraño país. De nuevo se refugió en adquirir y fabricar, sin ton ni son, cosas y más cosas. La angustia fue surgiendo sin que supiera muy bien el por qué. Los habitantes de su país de origen, viendo que el príncipe estaba perdido, y que además se había olvidado de su misión, no cesaban de acercarse en sus sueños y meditaciones. Cada vez que el príncipe no estaba obsesionado con mirar hacia afuera y con adquirir objetos, su mente se abría a las voces de su país de origen. Un día, harto de estar enterrado en cosas que no le proporcionaban la felicidad, se levantó, escuchó muy bien los mensajes que le llegaban, recordó su propósito, se armó de valor y fue en busca del temible dragón.
        Después de una ardua pelea, como San Jorge, acabó con la fiera, que se transformó en un bellísimo pavo real, tomó la flor y en aquel momento la realidad extraña de aquel país de guerras y enterrado en cosas inútiles cambió instantáneamente. Se había convertido en su verdadero país, miró a su alrededor y se emocionó como nunca al reconocer a los habitantes como hermanos de su país de origen. Allí estaban todos, también su padre, el rey, feliz y curado. El reino de la felicidad había ensanchado sus dominios.
        (Extraído literalmente del libro: Psicología Transpersonal, de Manuel Almendro).

        Este cuento nos muestra un tema universal: La búsqueda de nosotros mismos.
        Es un reflejo de lo que acontece en el transcurso del proceso de terapia.

        érase, y aún sigue siendo, una vez un príncipe al que se le encomendó la difícil misión de marchar hacia un país lejano en busca de la flor de la medicina. Su padre, el rey, estaba muy triste; aquella flor era la única que podría restablecerle de su enfermedad.
        Un día el príncipe, sin vacilar, partió al amanecer. Sin embargo, sintiose muy desconsolado cuando llegó a la extraña región del mundo de la materia densa. Firme en su empeño, recorrió caminos procurando sólo lo necesario. Preguntaba y preguntaba por la dirección adecuada para llegar a la flor de la salud. Mas a lo largo de su dilatada trayectoria construyó aldeas, ciudades, participó en batallas, se perdió en numerosos atajos, pues al parecer nadie sabía dónde estaba el camino que llevaba a la flor maravillosa. Por fin, dedicado a mirar en su interior, en una especie de sueño lúcido reconoció la vía, la dibujó y, mostrándola a los lugareños, recibió instrucciones sobre un atajo recóndito, intransitable, misterioso, olvidado. De nuevo se puso en camino tras las explicaciones, lo que le permitió llegar hasta la misma flor. Cuando ya la tenía a unos metros, de repente, un inmenso dragón surgió rugiendo de debajo de la tierra. Nuestro príncipe huyó despavorido y comprendió el por qué del miedo de los habitantes de aquel extraño país. De nuevo se refugió en adquirir y fabricar, sin ton ni son, cosas y más cosas. La angustia fue surgiendo sin que supiera muy bien el por qué. Los habitantes de su país de origen, viendo que el príncipe estaba perdido, y que además se había olvidado de su misión, no cesaban de acercarse en sus sueños y meditaciones. Cada vez que el príncipe no estaba obsesionado con mirar hacia afuera y con adquirir objetos, su mente se abría a las voces de su país de origen. Un día, harto de estar enterrado en cosas que no le proporcionaban la felicidad, se levantó, escuchó muy bien los mensajes que le llegaban, recordó su propósito, se armó de valor y fue en busca del temible dragón.
        Después de una ardua pelea, como San Jorge, acabó con la fiera, que se transformó en un bellísimo pavo real, tomó la flor y en aquel momento la realidad extraña de aquel país de guerras y enterrado en cosas inútiles cambió instantáneamente. Se había convertido en su verdadero país, miró a su alrededor y se emocionó como nunca al reconocer a los habitantes como hermanos de su país de origen. Allí estaban todos, también su padre, el rey, feliz y curado. El reino de la felicidad había ensanchado sus dominios.

    (Extraído literalmente del libro: Psicología Transpersonal, de Manuel Almendro).



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